Cumpleaños

Ayer Dieguito, el más pequeño de mis hijos, cumplió sus diecisiete veranos. Me di cuenta de que ya no es tan pequeño cuando noté que ha de agacharse a noventa grados para recibir abrazos de parte de su mini abuelita o su micro prima. El nene pidió un nintendo wii, carísimo el chiste pero es el último aparato de video juegos que compro en mi (piii) vida, así saquen uno que barra y sacuda. Bueno, ese me lo pensaría un poco.
Otra cosa buena fue que. como el del cumple elige la comida, pedimos dos pizzas grandes al dos por uno y no llegaban. Llamamos, segúían sin llegar. Volvimos a llamar, hacía dos horas que habíamos tomado la sopa... nada. Resultado: acabaron enviando dos tandas, o sea cuatro pizzas grandes gratis. Dado lo que comen mis retoñitos, es un gran ahorro (se las tragaron todas).
Lo bueno de los cumpleaños de los hijos es que al fin cumplen algo; lo malo es que también son cumpleaños de una: hace tantos años tenía yo un bebé, hace tantos años era yo una jovenaza imberbe. Lo imberbe no se me ha quitado, pero lo jovenaza sí, a fuerza de tiempo.
Consejo de hoy: No cumplan, hagan como mi amá que mejor celebra su santos. Yo no tengo santo. Marcela, te encargo me busques una santa patrona que sea muy mona (aunque rime).
Petición de hoy: Resuélvanme el asunto de la comida. ¿Qué &%$# hago? Hasta a mí, que soy tan mona, me da el bloqueo culinario. Requisitos: que sea fácil, sencillo, no carote, porfavor, no me vayan a salir con mamations de langostas Thermidore y huachinangos a la veracruzana. Gracias.