Siempre

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miércoles, 30 de diciembre de 2009

¡Ha pasado la navidad!
Para los que tampoco se dieron mucha cuenta, les aviso que lo pasé genial. ¡¡¡Ha sido de las mejores navidades ever!!!!
La Nochebuena nos agarró en Monterrey, de paso. Nuestra cena fue un buen retacón en el Sirloin Stockade y nuestros besos y abrazos fueron la verdad muy bonitos, sinceros y sin que mediara fecha alguna como condicionante -simplemente se nos pegó la gana.
El frío en Texas estaba que pelaba, sobre todo el primer día y la calefacción del hotel no nos hizo mucha gracia a mi garganta ni a la tos que traía el Diego, que en sus necedades de mocedades no se abriga mucho.
Pero la navidad gringa es rete cotorra, con hartas canciones, luces y baratas de after christmas que convienen al bolsillo. Yo, al menos, las aproveché bien. Es rete chulo hablar pocho y comer hamburguesas gigantes o acudir a los bufettes chinos donde por un buen precio les llenan el tanque a los muchachos. Y San Antonio que me gusta mucho desde aquella vez en que mi tía Márgara me llevó de chamaca y me quedé picada, yo creo, porque siempre vuelvo. Y traer una estación de música Country en el radio e ir cantando muy agustito. Y la carretera que se presta a ir platicando, bromeando e inventando chistes y chismes muy felices todos.
Y volver a casa con ganas de hacer la cena para recibir el año muy alegres. Y ser recibidos por dos perritas que ya se daban por abandonadas.
Y contar las cosas buenas que tenemos, que sentimos y que gozamos para tenerlas siempre presentes, porque pesan más que las malas y hay que atesorarlas y sobre todo notarlas cuando están y no después.
Y hacer del nuevo año un sólo propósito:
SER FELICES: donde estamos, con quienes estamos, como estamos. Intentar mejorar sin amargarnos; sonreir más aunque nos arruguemos; cantar más aunque nos arrojen tomates.
Y decirle a las cosas malas: ¡¡¡SE LO PICAN!!!
Así que: que se lo pique la crisis, que se lo pique el matrimonio gay, que se lo pique Carstens y que se lo pique Telmex.
Feliz Año de Diez!
2010

viernes, 4 de diciembre de 2009

Cumpleaños feliz

El mini cooper
La Barbie
Televisión Española
Canal Once T.V.
Y yo.
Somos algunas de las maravillas impresionantes que cumpliremos años juntas. Yo soy más viva que la Barbie, a la que sigo odiando por estar tan buenota y tener tanta ropa; soy más espaciosa y más fuerte que el Mini Cooper; más surtida que TVE; menos cultural que Once TV pero tambipen bastante menos aburrida. Así que lo que nos une no sólo es la fecha de nacimiento sino también las diferencias, porque las diferencias y discrepancias unen más que las similitudes, que llegan a ser aburridas.
No sé qué hacer en este tan significativo aniversario: Marcela me dice que celebre por todo lo alto, que haga ciclo de conferencias, exposiciones, cocteles de honor, cena baile, Te-deum, giras, gran desfile militar, torneo de pesca, novilladas y firmas de autógrafos.
Ya hice una gira por España y salió todo bien, hasta compartí acera en Madrid con Mario (Vargas Llosa, para los que no le hablan de tú) y para fin de mes me voy a otra gira por las chulas fronteras del norte.
Para tanto festejo falta tiempo y tengo una fecha inoportuna: diciembre 16, cuando ya todo mundo está comprometido: unos están anotados en la comida de la empresa, otros en el coctel del club de golf y los más en la posada de la pulquería o de su vecindad. Me lo estoy pensando. Por lo pronto ya agarré un voluntario para una conferencia, solicito más para las películas y otros para la preparación de los brebajes empédicos y los appetizers gourmets. Si alguien se apunta a la novillada pues perfecto, la vaquilla la pongo yo, faltaba más.
Y es que cumplir años es bien padre cuando no lo toma una como que se está haciendo más vieja, cosa que es normalísima y naturalísima per se, sino que vuelve a sentir aquella emoción de cuando era chiquilla y le hace mucha ilusión que la feliciten y que le den su regalito amoroso, ese pequeño detalle, baratito pero dedicado y envuelto, que le recuerda a una que se le quiere.
Un maistro pokemón decía que cuando llega uno a edades provectas hay dos caminos a tomar: el de la amargura y el de la sabiduría. El de la amargura es el del típico ruco que se da de topes y se queja de todo lo que no hizo y se agria todito; el de la sabiduría no significa que seamos como los siete sabios de Grecia, sino que tomemos la vida como al debimos haber tomado siemre, por su día a día, encontrando en ella alegría y cotorreo.
Yo, que soy tan sabia, tomaré ese camino desde hoy.