Siempre

Siempre

jueves, 29 de diciembre de 2016

Fin de año

Me da gusto haberme ahorrado los temas navideños.así como poner árbol, lucecitas y toda esa parafernalia. La nochevieja no será ni más noche ni más vieja que otras. Una que se sacude como chucho bañado y se quita tarugadas de encima. muy new age yo.
Los pequeños desaguisados de la vida calan hondo. Por ejemplo, ¿se han lavado el pelo teniendo una uña rota? (claro, suponiendo que tienen pelo y uñas) Es horrible. Se atora un mechón en la rotura que pensábamos reparar o habíamos limado y barnizado y se da una unos tirones horrorosos. O ¿se les ha manchado el pantalón de masa de pastel de chocolate a pesar del mandil? Suponiendo también que usen mandil y cocinen. ¿O embarrado el pelo de leche nestlé, de bechamel, de cebolla frita? Es una lata enjuagarse el mechón en el fregadero, si es que nos damos cuenta antes de que se seque y se haga duro. A mí me pasa mucho, por lo tanto debe ser normal. O me consigo un traje tipo mono completo como de laboratorio nuclear, un mandil que llegue hasta mis zapatos, o cocino bichi.
Pero qué lindo sería que estos problemillas fueran los que nos caen. Que nuestras máximas angustias fueran del tipo dedos pegados con silicón, camisa manchada de aceite de linaza o pintura escurrida por el suelo; que las lágrimas asomaran a nuestros ojos sólo por picar cebolla o por fumigar una planta con ramas altas. Que lo más grave que necesitáramos fueran curitas y aspirina. Que lo más lejos que estuviéramos unos de otros fueran unos cuantos kilómetros.
Y no me da gusto que la vida no sea así. ¿Qué les costaba, digo yo?
Se cambia de año quitándole una hojita al calendario. Nunca he despertado el primero de enero para asomarme a la ventana y ver que todo ha cambiado. (contando para que me digan que una es la que tiene que cambiar para que el mundo cambie: uno..dos..). Tampoco creo en los Reyes....
Pero si les hace ilusión, Feliz Año Nuevo.

viernes, 2 de diciembre de 2016

¡Ah jijo!

¡Ah jijo! (expresión que denota sorpresa y azoro), ni me había dado cuenta del montón de meses que no escribía por aquí. Pretextos muchos; trabajo, distracción, otras creatividades y hasta otros blogs, mortificaciones a lo ahí se va etcétera etcétera...
Pero no hay pretexto que valga ni buey que lo aguante cien años... ¿o eso es mal que dure cien años? Lo cual me lleva a todo lo que ha pasado y este abandonado blog sin enterarse: se murió Fidel Castro, ganó Trump las elecciones en Estados Unidos.. un año muy raro. Hasta el gordote Carstens se nos va (perdón, es que desconozco el término políticamente correcto. ¿Minusgástrico? ¿Persona con capacidades bariátricas distintas?). Hasta en el clima ha sido suigéneris este año. Lo malo es que el Peje no entiende y ahí sigue... Unos con poco trabajo, otros sin trabajo de plano.
En mayo me fui a la boda de mi sobrina adorada, que se casó con su adorado y fue una fiesta adoradísima. Ya que cruzamos el Atlántico para ir pues aprovechamos de conocer países ignotos para nosotros, como el vasco, por ejemplo. Esa fue la felicidad del año. Todavía me estoy saboreando uno que otro bacalao, algún pulpo horneado de Murcia y muchos abrazos.
Y de repente es diciembre de nuevo. La rutina es asesina, nos hace decir "otra vez es viernes; de nuevo es lunes; otro día más; una semana menos" sin ánimo de mucho. Detesto la rutina. Por eso la voy a romper, cual piñata decembrina. Nomás no se espanten de mis decisiones, que conste que avisé para que no les den infartos ni abortos repentinos y me echen la culpa.
Y las tristezas, que por más que quiere una ver para otro lado, pensar distinto, ahí están. A ellas no puedo golpearlas en recreo ni ponerles apodos para borrarlas de mi mente. ¿Por qué le pasan cosas tan malas a la gente buena, generosa, amorosa? Una caca, pues.
Con este espíritu navideño sólo quería vaciar unas palabrejas por aquí, que luego salen con que su página ya valió gorro por inactividad.



martes, 23 de febrero de 2016

Bisiesto

Como todo, mi madre ha envejecido y dado el estado de su memoria, no puede estar sola en casa por precaución, por orden del neurólogo, por conciencia. Así que, ya que me enteré de un daycare o centro de día para"adultos mayores" fui a averiguar y me pareció muy bien. Mi miedo era que los pusieran a hacer tarugadas del tipo pegar chaquira en un dibujito,  tipo kinder, pero no es así. Le conté doce veces diarias de un "club" al que van algunas señoras de su rodada para que lo viera con buenos ojos y me hacía caras de fuchi. Se imaginaba el club del INSEN de su mamá, yo creo, y pensaba que sería furris (¿qué van a decir las Limantour?). La llevé a una semana de prueba y lo pasó muy bien; la llevé a las diez de la mañana y la recogía a las tres y media y siempre me dijo que se había divertido mucho. Total ya la inscribimos e irá tres días por semana. Es un sitio alegre en realidad, pero a mí el corazón se me hace papilla por lo que significa. No soy buena en estos avatares de la vida. Ni modo. Otra cosa que se suma a mis tristezas, que son tan profundas que nadie las ve, o no las buscan por aquello de mi fama de fuertota, sanota y muy macha, además de mi costumbre de hacer de todo chistes y reírme de todo.
Tal vez por eso mi vecina, que tenía alojado al Patch Addams, me invitó a una cena en su casa con el mentado doctor payaso. Él y todo su séquito, o mejor dicho troupe, llegaron vestidos de payasos de circo, y creo que siempre andan así en la calle. Si me hubieran dicho, tengo ropa parecida. Obviamente estuvimos hablando de la influencia o no influencia del humor sobre las enfermedades, o mejor dicho sobre los enfermos. Hay dos corrientes: una, que no sirve para nada y otra que dice que sí porque el enfermo si se alegra está más predispuesto a sanar, a comer, a seguir tratamientos.
Y la polichambeación en la que me veo sumergida va viento en popa. Traducciones aparte, me amarchanté en una tienda de artículos de pesca y caza para dejar a la venta varios cuadros de tema pescadoso que he hecho: macarelas, jureles, con anzuelos, conchas y mar. También hice a pedido mis famosos Tera Tommys. Los Tera Tommys son teratomas de juguete, una monada más que he hecho. Me compró varios mi amiga de la Order of the Good Death. Si alguien quiere uno avisar a su servilleta.
Y es que con este gobierno lo que uno tenía, digamos, hace tres años, se ha ido reduciendo conforme el dólar y el euro crecen ante nuestros azorados y azorrillados ojos. Ni pa donde hacerse, deveras. Pero el hombre es el único animal, dicen, que se tropieza dos veces con la misma piedra, pregúntenme a mí, que ando reservando hoteles en páginas de Internet arriesgándome a que me suceda lo mismo que con el Hotel Cucaracha Inn de Bernal. Pero si no, ¿cómo reservo? No es como que una conozca hoteles en cuanto pueblo y ciudad hay en el mundo. En Estados Unidos es menos el problema porque como quiera sabe una por el nombre de la cadena más o menos qué esperar, pero en otros países no hay tanta cadena, los hoteles en su mayoría suelen ser independientes, o los de cadena más elegantosos y se salen del chorido presupuesto de una que va de peregrina (pero no del Mayab).
Tengo una comida de amigas, ¿qué llevaré, mi famosa plasta horneada de verduras con atún, o un platón de chicken pasta? Se aceptan sugerencias.
Año bisiesto. Sé que no significa sino que hay que acomodar por ahí un día que faltaba o sobraba, según vean el vaso medio lleno o medio vacío, pero hace ilu.

Sabiduría del mes: a trabajar que este mundo no se va a acabar.

domingo, 24 de enero de 2016

Hotel Cucaracha

Como cada año, llegó diciembre con sus desmadres y después de la navidad me llevé al esposo a pasear para distraernos un poco. Había ido yo en octubre a Bernal, pueblito lindo que está a los pies de la Peña del mismo nombre, con mis amigas. Me encantó pasear por las calles, ver las casas antiguas, disfrutar el sol, la calma y la comida. Reservé en un hotel y allá vamos. Nótese que
Bernal  es muy pequeño pero las calles son en su mayoría muy empinadas por subir y bajar hacia y desde la peña. Total que llegamos y había como cola de coches para entrar al pueblo (mala señal) y para llegar al hotel íbamos entre miles de personas caminando. Llegamos al hotel, dejamos las cosas no sin notar lo gacho que estaba el cuarto, la recepción inmunda y llena de telarañas, y el señorsito que nos recibió solo. Para reservar me habían pedido la mitad de una noche e íbamos a estar dos, y el recepcionista-bell boy-cocinero-dueño-afanador me pidió que liquidara todo. Medio en broma le dije que yo pagaba al irme y me dijo: "¿qué puede ir mal?". Nada -le contesté- pero música pagada toca mal son. Nos fuimos a (intentar) recorrer el lindo pueblo y terminamos en una terraza bar con vistas a la peña tomando cervezas porque era imposible andar entre tanta gente. Parecía mi pueblo en 15 de septiembre: una multitud pendejeando, baboseando, con la agravante de que venden micheladas y tequila en la vía pública así que van chupando o ya ebrios en bola. Horrible. Comimos bien, eso sí, y al rato regresamos al hotel. Entonces ya notamos las manchas de las paredes del baño, algunas de sangre; que las cortinas estaban todas rotas, que la ventana del baño no cerraba por estar caída y hacía un frío que pelaba. Del wi-fi ofrecido en la página de hoteles Booking nada (no se guíen por las fotos, son engaños); tele sí había pero no servía, no sé si le cogió el apagón analógico o les daba igual. Nos salimos a una terraza a ver las estrellas y platicar a pesar del frío para estar lo menos en ese cuarto tan deprimente y cuando nos metimos nos dimos cuenta de que la cama era un redrojo: estaba tan jodida que nos rodábamos al centro y quedábamos aplastados. Yo no me podía dormir y al rato pasó el perro del hotel por el pasillo, porque perro sí hay, ladrándole a los gatos que habían estado maullando un buen rato ya. Horas en vela oyendo el ulular del ventarrón que se colaba por las maltrechas ventanas moviendo los hilachos de cortinas. Muy temprano el esposo se levantó a tomar fotos de la peña al amanecer y al rato lo alcancé pero primero constaté con mis patitas que el piso estaba pegosteoso. Nos bañamos echando mentadas del frío bajo un chorrillo de agua medio tibia y salimos con nuestras cosas para irnos para siempre amén. Todavía el vejete recepcionista-chorreado-mucama nos preguntó por qué nos íbamos y me congratulé de no haber pagado el total al llegar. Desayunamos delicioso en otro hotel y nos fuimos a Ezequiel Montes a comprar unos quesos exquisitos que hacen ahí y derechito a casa. Lo sentí por Diego, que canceló la fiesta.
Y es que sí da coraje que le cobren a una como Fiesta Inn por un Caca Inn, o sea, ni el Piojo Matute de Madrid. Si le dicen a una que es hotel pinchón de pueblo y que cuesta trescientos pesos pues una ya sabe a lo que va, ¿no? A algo rústico y campamentoso,
Y yo trabajando para juntar para mi viaje y el &%$ gobierno robándose todo de forma que el dólar y el euro suben y suben. ¿Buscaré puros piojos Matutes o me llevaré mi tienda de campaña pequeña y dormiré en los parques?
Sufro. Pero ya se sabe, (Sabiduría de hoy) para la depresión hay prevención. Hacer, hacer, hacer. Pintar paredes, cuadros, muebles. Crear, arreglar, componer. En mente activa no caben tarugadas ni depresiones. Tal vez por eso mi abuelita era feliz a pesar de las vicisitudes de la vida: nunca manitas ociosas.