Y yo, de mensa, siempre dándoles su fabadita, toda mona, yo. Y no sólo se creen que la vida es jauja, sino que me confunden con el mismísimo Banco Mundial.
Y bien decía Álvaro de la Iglesia, que los Menéndeces son unos picajosos. Así que, guárdeme San Bartolo Naucalpan, jaujeros y picajosos. Como decía mi abue: estoy lucida. Piensan que todo es tan fácil como picar los botoncitos del cajero automático y ¡zaz! ¡magia!, salen billetitos de diversas denominaciones y no ven el sudor que costó meterlos ahí en un principio. Claro, como una es tan dulce y tierna como para formar un hogar, no les hizo sudar la gota gorda para ganarse los quintos. Ven todo tan sencillo. Y eso que distan mucho, mis guajolodontes, de ser juniors, que si no...
Y como una es tan madraza, ahí está de sparring para que no se rompan la crisma del madrazo que la vida les pone enfrente y ellos no ven venir. La manera de que aprendan es soltarlos, alzarles la canasta y a ver cómo se despabilan y arreglan sus cosas sin depender de mami/papi, pero como eso implica moretones y chichones a una le da miedo, ese miedo inconsciente, recuerdo del andar detrás de ellos cuando aprendían a caminar y se caían cada tres pasos.
Si esto de criar hijos es que si no salen cuervos y te pican los ojos, de todas maneras hay que estar evitando que ellos solos se los piquen. No sabe a veces una si los está apoyando o si está solapando una loquera. Ni hablar. No sé si seguiré empujando la carreta que para eso tengo fama de fuerte (vértebras aparte), o la suelto y que sea lo que la suerte quiera, o lo que logren hacer.
Mientras, apechugar para no variar, paciencia de esa que se me está agotando, hacer de tripas corazón y cerrar los ojos... o ver para otro lado, que una tiene sus quehaceres, sus letras, sus amistades, sus problemas, sus pagotes de enerote, que me falta segurote del coche, inscripción de la universidad con su material y ropa, arreglotes de casa, arreglos dentales del maridín y demás gastotes que no son babotas de pericote. Y yo que pensaba invertir que porque el dinero en el banco se hace agua...
Bueno... todo fuera como eso. ¿Iré al Santuario de la Cruz Parlante o qué?
Sabiduría de la quincena: más vale que digan aquí corrió y no aquí se traumó.
Mantra de la quincena: Serenidad y paciencia, mi pequeño Solín.