Siempre

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sábado, 26 de febrero de 2011

¡Ay dolor ya me volviste a dar!

¡Ay dolor ya me volviste a dar! (Expresión vernácula que se grita entre las canciones rancheras cuando el mariachi canta y que yo uso cuando algo me duele, adornándola con algunas palabrotas que salen de mi alma por medio de mi adolorido cuerpo)
Por eso ya sé cuáles van a a ser mis últimas palabras y no será necesario que las recoja alguno de mis biógrafos que de por sí tanto sufren tratando de contar mis peripecias; será una peladísima expresión que aflora a mis labios cuando me veo en un peligro inminente, un susto, un terremoto, un casi-choque automovilístico, o un dolor físico muy fuerte y no manejable con pujidos y lágrimas, o una mala noticia. Ahora la he estado usando por un retorzón que me da sin explicación digestiva y/o intestinal: sólo me retuerzo y me agarro el abdomen mientras sudo frío y miento madres haciéndome cruces porque no tiene razón aparente (de las que aparecen en el excusado, pues).
Y como a mí, que desde que me dio la pubertosidad nadie me comprende, hasta me regañan y en lugar de ofrecerme si no cura sí consuelo, salgo raspada. Ni modo, que diría el chino. Ya estaría de dios, que diría mi abuelita. Pero a constante nadie me gana, no señor, ni a reciclar desde una botella de plástico hasta un corazón abollado, sentimientos y estados de ánimo. Todo es reciclable en mi mundo y me reciclo yo misma a cada rato, que para eso se inventaron las personalidades múltiples. He dicho.
Así que, a otra cosa mariposa: Hoy sábado estaré contenta y ya está. Que se lo piquen los sentimientos mal reciclados.
Sabiduría gratis: Lo que consideramos triste tal vez no lo sea, tal vez sea que lo queremos ver desde la felicidad y la felicidad no es un buen punto de vista.
Y no sé si decirles las que serán mis últimas palabras, se vayan a espantar de que de esta boquita llena de sabiduría salgan maldiciones tan horrorosas.

domingo, 13 de febrero de 2011

Pozi.
La vida es como esos chorizos que están amarrados a tramos, separando cada trozo aunque el chorizo sea, en realidad, uno solo.
Y el trozo de estas semanas trajo trabajo de parte de una editorial médica española que paga bien (a los que trabajamos bien, quiero imaginarme); trajo también un santo tilichero, que diría mi abuelita, de la casa de mi suegro: barcos -a escala, vayan a creer-, radios antiguos de los de bulbos y viejos de los de pilas; gran cantidad de cajitas hechas unas y decoradas otras por sus incríblemente hábiles manazas; herramientas y fierritos y fierrotes surtidos en muchos colores. Fui de ayudanta general o sea peona con mi marido a la casa de su padre hasta Veracruz donde nos reciberon amorosamente los recuerdos y un sobrino con su novia. El clima no, porque allá ya se sabe que el clima es una mierda: hacía un aire del cocol que nos aventaba olas sobre el coche al pasar por el malecón. Mi trabajo fue sacar bolsas se basura, así me hacía medio taruga para no involucrarme con objetos personales que sentí debía respetar, aunque las cosas son sólo eso: cosas......
Por la noche cuando salimos a tomar un café al centro arriesgué mi vida cruzando las calles porque el aironazo me aventaba todo el pelo a la cara tapándome los ojos, así que las crucé a ciegas. Eso sí, había dánzón en esa plaza tan peculiar que no es ni habanera ni canaria ni mexicana aunque tiene influencia de las tres cosas. Había mariachis para contratar, unos mariachis con trajes como de a mentiras, como de mariachi de Texas, de colores y telas que no. Una que va mucho a Guadalajara, pues'n.
Y el martes que viene es día de San Valentín, ¡válgame! las fechas comerciales no son lo mío y esta se me hace como para noviecitos adolescentes, pero en fin, felicidades a los que disfrutan el día engordando a los floricultores, chocolateros y restaurenteros, y lo digo para que no me digan que soy una amargada.
Sabiduría gratis: Amen, amen, amen. (No dice amén amén amén) Qué tal que mañana no estamos para amarnos... ¿eh?