Siempre

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jueves, 4 de septiembre de 2008

Rabadillas y escape

¡Oh! Cómo se sufre por estos días. Aparte de las lágrimas escurridizas y huidizas, tanto trabajo y tanto por escribir, me torcí la rabadilla, la parte baja de la espalda o, como decía mi papá que sabía mucho de anatomía: "el rabo". El domingo por la mañana iba a lavar un plato. ¿Cuánto se agacha una para eso? ¿Tres grados? Pues en ese movimiento tan leve me quedé tiesa con una cosa como ciática. La pierna derecha un palo y la rabadilla un dolor. Ahí parada lloré y me reí al mismo tiempo ante la atónita mirada de mi marido que debe haber creído que exageraba yo. Nada de eso, me costó mucho sentarme y hube de retacarme anti-inflamatorios. Me eché en la cama y para pararme llamé a un hijo: sola no pude. Para el domigo estaba mejor y el lunes ya bien.
Son muchos dolores y muchas latas, por lo que me voy a Veracruz el viernes, a tirarme en la piscina (con cojín o toalla enrollada bajo la cintura por si las moscas). Espero beber y comer bien, y no tener que agacharme.
Sabiduría de hoy: la histeria no es un fenómeno psicológico y puede considerarse como un medio supremo de expresión.
No me pregunten de dónde saco tanta sabiduría, soy una mujer de muchos recursos. Debo haber nacido así.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un medio supremo de expresión, gran verdad, gracias por tu sabiduría que rebasa todo.
Pau

Anónimo dijo...

Nenita chula,
Eso de la rabadilla es por no comer lechugas amargas como yo, ya veeeees? Eso de los torzones en la cocina son de lo más común, sobre todo cuando una no quiere lavar platuchos. Eso de Veracrúz es lo más lindo que he oido hoy! Seguro y ahí te recuparas. Igual yo me tuerzo hoy en la noche y ahi te alcanzo. Carla