Siempre

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lunes, 2 de agosto de 2010

Agosto o angosto

Agosto.
La segunda parte del verano incluye, como todas las épocas, sus particulares quehaceres, de los llamados estacionales. Es un mes angosto porque se anda acabando el verano y eso nos cae mal y lo hace sentir corto. Yo estoy haciendo encontramiento de amigas, que luce mucho.
Para la primera seguí el camino amiga de los scouts-su tía-hermana de mi amiga de las guías de la prehistoria-mi amiga buscada-otra amiga de la misma patrulla de pilón.
Lo bonito es que tras de años de no vernos, hijos crecidos, trabajos multiplicados y cambios de carrera, se siente como si nos hubiéramos dejado de frecuentar sólo algunos meses; como si el último campamento hubiera sido el año pasado.
Y se sigue una asombrando a sí misma, azorando ante las contradicciones propias que parecen nuevas cada vez. ¿Por qué quiero algo y cuando lo tengo resulta que prefería lo contrario? Es que esto de la adolescencia me es muy raro, por más que llevo décadas instalada en ella, menos mal sin el achaque del acné que es muy latoso y que nunca me dio. A ver si algún día pasa, junto con mi obsesión por la muerte de la cual me he estado dando cuenta, es un tema recurrente en mí. Tal vez hasta influyó en la especialidad que hice.
Y nos cayó una granizada de padre y señor nuestro que azotó las plantas, dejó a la higuera cacariza, al limón le tiró algunos limones verdes, mucha hoja y algo de flor. Es que es especial mi limón, los que he visto dan una vez al año y este da dos: de enero a marzo da muchísmos frutos amarillos y jugosísimos, mientras que ya está echando flor que para agosto y septiembre es la segunda tanda del año. Por vitamina C no paramos. Al rosal le apachaguó las rosas en botón, que estan abriendo algo choridas, como negras de las orillas, como si las pedradas de hielo les hubieran dejado moretones a las pobres. Los que no tuvieron daño fueron los tomates, menos mal porque me gustan mucho, ni los pimientos, que apenas están echando sus mini bolitas. Debe ser porque están pegados a las paredes, que de alguna manera los protegieron.
Y acá sigo, en mi casa de barro y chuchos, pintando, escribiendo y cocinando en mis ratos de no trabajo, para no aburrirme ni entumirme del cerebro.
Sabiduría de la quincena. Ahorrar es bueno, porque se consiguen metas y se tiene un cochón en el que azotar en caso de emergencia, pero hay que darse un gustito de cuando en cuando.
Buena noticia: vi que se puede acusar a alguien por maltrato o abandono de animales domésticos ante un juez civil, hay multa en dinero y hasta no sé que tiempo de cárcel.
Otra: Al fin no ha llovido en dos días. El sol esta secando el verdín de las aceras para que no se resbalen las viejitas.
Desde Navolato vengo.

4 comentarios:

Manuel Menéndez dijo...

Si se caen las viejitas yo las recojo. En el mejor sentido de las palabras.

La muerte... todo el mundo se obsesiona con ella porque le temen.La gracia radica en distinguir por qué te atrae... miedo, dudas, extrañas el SEMEFO?

alicia villavicencio dijo...

Que agradable... lo mejor es que somos niños que crecen, manteniendo la capacidad de asombrarnos

Lorenitachula dijo...

gachos, haberme avisado que tenía varios dedazos horrorosos, o sea menos mal Marcela me lo hizo notar.

Linneo Fernández dijo...

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He aquí un limonero, con los frutos caídos por el suelo.