Siempre

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lunes, 3 de junio de 2013

Lo cotidiano

Se me ha pedido que cuente de mis aventuras en lo cotidiano. No sé qué tanto se apegue a la cotidianidad lo que he estado haciendo estas últimas tres semanas: remodelaciones de casa. Resulta que hasta atrás del  terreno había lo que llamábamos la pulquería: un espacio con piso de barro, techo de tejas, de doce y medio por cinco metros, cuarto de trebejos incluido. Ha sido usado, dicho lugar, para fiestas, comidas, paellas, asados y taquizas, ahí fue el festejo de los ochenta añitos de mi mami. Se hacía el taller de autobiografía de Marcela Guijosa; ha sido asiento de pernoctadas de scouts y no scouts, de juegos de rol, de trabajos escolares y, cuando el cielo me dice que es un crimen estar encerrada, se ha convertido en improvisada oficina canpirana. Como da todo al jardín, es parte de él. Pero cuando llueve, si el aire inclina la lluvia, se moja todo y todos; cuando hace frío de todas maneras carga uno platos, vasos y botellas y se mete a la casa y, para ir al baño, había que atravesar el jardín lloviendo o no.
Entonces nos decidimos a hacer algo que planeábamos desde hace tiempo: cerrarlo con herrería y vidrio de manera que siga siendo parte del jardín pero resguarde personas y cosas de la intemperie y hacer un baño de visitas. Ya está. Ahora estamos pintando paredes y detallando, mi marido/maistro con un aspersor tipo paint-zoom que es su nuevo juguete favorito, yo con brocha y cepillo; barnizando muebles e instalando la estufa de hierro antigua que era de mi suegro (la de mi papá, que también la tengo, quedará de adorno). Menos  mal ya no tengo a los herreros, el albañil, el plomero, que ya parecía campamento de la sección 22 de la CNTE.
Como estuvimos encerrados a querer y no, fuimos a la Feria de las Culturas Amigas en la avenida Reforma. En el camino hubo pleito, mi marido/chofer casi choca por esquivar un ciclista que salió de la acera hecho la mocha a la calle y le gritó un improperio. En el siguiente semáforo el ciclista lo alcanzó y le dijo "la $%& es tu &/% madre" y siguió pedaleando despacito. Era un hombre joven, de unos treinta años, alto, fuerte. Sobra decir que mi marido/Kid Louis se bajó y se lo agarró a tortas. Volaron las gafas (del ciclista, no las de mi marido/Mil Máscaras y me di cuenta que con el tipo venía un perrote que salió corriendo con todo y correa. Una vez golpeado el tipo, los vendedores y transeúntes de esa esquina aumentaron su vergüenza con su desaprobación y nos fuimos. Yo creo al ver calva, lentes, canas, se pensó que era un viejillo al cual podía insultar impunemente. Quedan vengados todos los señores calvos y canosos.  En Reforma había mucha gente y los stands son pequeños para atender al público así que sólo compré en el de Francia un salchichón (exquisito) y un vino (no le he probado). Para comer íbamos a Polanco a un restaurante pero fuimos a dar al final al Centro Asturiano. Es bueno ir a dónde sabe. uno que comerá perfectamente y donde lo recibe a la entrada la estatua gigante de Don Pelayo que bien podría ser Diego: enorme y con el mismo peinado y las mismas barbas. No se cree, pero es por esto que Don Pelayo me inspira sentimientos maternales.
Y como les recomendé a mis compañeras de la prepa una señora que hace comidas a domicilio, acabé siendo parte de la organización de la pachanga, No me gusta porque siempre queda una como el cohetero. Última vez, palabra (de organizar, porque de ir seguiré yendo; son el grupo más divertido y querido).
De libros dos: Cometas en el cielo y Mil soles espléndidos, ambos de Khaled Hosseini, afgano, prestados por mi prima Lourdes. Soy famosa entre otras tantas cosas por devolver libros prestados, así que no corre riesgos mi prima amada. Recomendables las dos novelas, y se entera una de todo por lo que ha pasado ese pueblo.
Sabiduría de la quincena:  Hay bichos malos que sólo se retiran para dar el topetazo, como las cabras, los chivos y algunos humanos. Tener cuidado con esto.





15 comentarios:

Anónimo dijo...

ay tu papá¡ ¿qué edad tendría? un bebé. A veces se nos olvida, o tal vez nunca sabemos,que nuestros papás fueron pequeños, niños, y que tuvieron la edad por la que nosotros atravesamos. Qué padre.
Beso de Pau

Fred dijo...

Se te ve muy rica de niña, Lorena.
B.

Anónimo dijo...

Ahora sé que no era rica de niña, pero cuando lo era, lo creía. Yo me sabía rica porque tenía techo, comida, padres, hermanos. Porque iba a un colegio muy chulo y mi papá nos llevaba de viaje en su propio coche. Ahora entiendo que éramos clase media tirándole a media clase. Viendo esas películas Super 8 Kodak que mi papá nos tomaba experimento una proyección (obvio, si no cómo las veo, duhhh) muy extraña.
Como si me lo hubiesen contado...
Lore

Anónimo dijo...

ajajajajajjajajaaaj perdón pero me da mucha risa! bueno, un parecido sí hay con tu papá de pequeño, tú de pequeña y tu Diego. Todos creíamos que la foto de la portada de tu biografía era Diego y resulta que eras tú! qué chido.
Pau

Fred dijo...

Resulta que Pau me ha liado, Lorena: me hizo creer que la foto era de tu papá-niño y bromeé haciendo que creía que eras tú la querubina. Ahora, parece ser que es una golfilla llamada Lore quien fuma un peta después de haber leído el periódico... Pero ese color tan antiguo del daguerrotipo...
Explícate, por favor, que no sé si llamo rica a vuesa merced o a su señor padre.
Beso (casto).

Anónimo dijo...

Si el adjetivo era dirigido al pequeño de la foto, es mi padre. Odiaba esa foto y los maltratos que tiene son diabolazos que le disparó porque la abuela tenía expuesta la foto. Creo que las coloreaban, eran en ByN, debe ser como de 1931. Pero es verdad lo que Pau dice, hay parecido conmigo y mi Diego de pequeños. La foto de la portada del libro que menciona Pau soy yo los dos años y todo mundo se pensaba que era Diego. Genes que traicionan, suerte de niño.
Lore

Fred dijo...

Ya decía yo que parecía una foto antigua... El look del niño creo que viene influenciado por la película de Chaplin "The kid" (1921). La gorra de tu papi es idéntica a la que llevó en aquel film el niño-actor Jackie Coogan. Pero este tenía una mirada angelical y a tu progenitor le adorna la pícara de la familia; por lo menos la que me imagino que tendrías y que conservas tú. Pese a que nos has obsequiado con algunas fotos tuyas de diversas etapas de tu azarosa vida, lo cierto es que tengo una idea muy difusa de cómo eres, doña Lore. A ver si te animas y te vemos tal cual eres en la actualidad, a poder ser tomando el sol en Acapulco y sin camuflarte detrás de un periódico desplegado: es algo por lo que te estaría eternamente agradecido. Los demás no tenemos esa obligación, que no hemos abierto un blog y estamos de figurantes anónimos.
Te hablaría de otras cosas, pero me parece que nuestra amistad empieza a congelarse... Y-¡cielos!- ya van unos cuantos años de "relaciones". ¿Qué opinas al respecto, Lore?
¿Rompemos o seguimos amándonos?
Un beso, cuatesita.

Anónimo dijo...

De romper: necesita una amistad ser débil para romperse, y aún así duele. Las rupturas duelen como las fracturas y como las roturas. No soy buena para eso. tú? Sólo era buena para romper piñatas y narices ajenas de pequeña, alguna costilla sumida y ojos moros tengo en mi haber.
Beso desvelado
Lore

Anónimo dijo...

No iba en serio, Lorena. He estado rebobinando y he llegado a leer mandados míos a este blog por los lejanos 2010... Puede que el año interior ya supieses de mí, no sé...
Recuerdo que una vez, allá en los comienzos, me contestaste con cierta impertinencia con un "se sufre pero se aprende". Estuvimos a pique de un encontronazo, porque soy poco paciente si se me tocan las narices. Pero las cosas discurrieron luego por otros derroteros y no hubo ya ocasión de sufrir, ni de aprender, ni de que te tirase de las orejitas. Y la verdad es que hemos cruzado en estos años una montaña de tipografía, un montón de comentarios -unos mera farsa y otros no tanto-, un sinnúnero de golpecitos dactilares en el teclado. ¿Amistad? No soy muy categórico al respecto, pero sí existe alguna trabazón, alguna dependencia intelectual, una huella en la mente que va a ser difícil que desaparezca, pues solemos guardar memoria aún de cosas menos significantes y menos duraderas que esta nuestra relación ultramarina.
Y es que, se mire por donde se mire, siempre he valorado lo que escribes (lo que eres es otro asunto que escapa a mi limitada capacidad de análisis: no tengo el talento de Gastón Froid-Chaud).
Es cierto que las pérdidas, por pequeñas que sean, se sienten, pero casualmente me hallo en un proceso de eliminación de lo superfluo, de limpieza de sentina, de deshacerme de aquello que ya carece de mi interés pero que un día lo tuvo. Y así estoy regalando libros, muebles, algunos dibujos y pinturas, cambiando lámparas complicadas por otras minimalistas... Responde todo ello a un afán de limpieza de la mente y a una especie de ascetismo que a veces siento que necesito y que desconozco. Con las "amistades" ocurre los mismo: en los últimos tiempos he pateado el culo de algunos que ocupaban plaza de amigos sin serlo ni merecerlo. Y te juro que no me ha quedado sentimiento de pérdida alguno, más bien siento una especie de liberación. Sí, Lorena, puedo llegar a ser más frío que un lapón y mi capacidad de desprecio es infinita. No transijo con miserias malintencionadas ni con comportamientos rapaces: nadie me obliga a tolerarlos. De modo que si te tengo en cuenta es por mi libérrimo albedrío, el mismo que habría de ejercer si me acuciara la desgana.
Valoro que seas como eres viviendo en ese México lindo y querido. Segurísimamente que la cosa iba a ser distinta si te conociera en carne mortal. Pero esos son otros mundos. El de la escritura tiene autonomía propia y a veces poco tiene que ver con el de las cosas que se palpan y que se ven. Gran cosa es esta de las divinas escrituras, pues responden a un apartado de la mente que nos brinda frutos insospechados.
Decía Flannery O'Connor que no escribía lo que pensaba sino que lo hacía para saber lo que pensaba. Y es una verdad indiscutible.
Un beso, Lorena.

Anónimo dijo...

Aluciné que un día, tal vez lejano, tal vez no, habría en los estantes un volumen con estas "cartas". Que ya ha sucedido y que los hay de otras personas, ¿por qué íbamos a ser menos? Bonito sería.
¿No tienes entre lo que estás tirando una mesita de centro? (mesita de café, chaparrita de las que se ponen en el centro de los sillones de la sala) que esté feíta y yo pueda lijar, pintar, decorar... La parte que estamos arreglando tiene un poyo que hice yo con mis blancas y albañilescas manitas, en ángulo, y le vendría bien. Todo lo que hemos estado usando es reciclado: ya lo teníamos: tablones, cuadros, muebles.
Yo la basura la tiro, y eso incluye los falsos, balines, inútiles y nocivos "amigos" -creo que usamos con demasiada libertad la palabra. Pero de cosas materiales tiro y tiro y no sé de dónde salen más y más. El terremoto del domingo-lunes sólo me abrió la puerta del ropero de mi abuelita, tiró un retrato de Diego y enchuecó cuadros. A mí me dejó con un susto que no dormí nada. Siempre se queda una con el trauma y cualquier ruidito se le figura de 8 grados Richter.
Recordemos lo que dijo el dr Freud Chaud: c'est toujours la faute de maman.
Lorena

Fre dijo...

¿Un volumen con "estas" cartas? Cuéntame algo de esas ideas, Lorena. ¿De qué manera ibas a urdir la trama del tapiz? ¿Cuál iba a ser el hilo conductor? El género epistolar tiene su historia: ahí queda la correspondencia entre Rilke y "Benvenuta" (Magda von Hattingberg), por ponerte un ejemplo... Pero entre ambos había una corriente afectiva que desemboca en el ilusorio enamoramiento del poeta (menos en Benvenuta, estoy seguro) y que tiene un desenlace desdichado, cuando se ven y la dama no corresponde al romántico visionario como él pretendía. Quiero decir que esas cosas se leen como una novela que tratara de la paulatina pasión que va tomando forma y que al fin se desvanece... Una novelita más al gusto del Romanticismo. Pero un puzle de comentarios muchas veces inconexos, desquiciados frecuentemente, con personalidades simuladas y la ironía (no sé si perceptible siempre) como bajo continuo..., ¿piensas que daría juego? ¿Crees que existe calidad suficiente?
Te lo pregunto porque me hace gracia y es para mí una sorpresa que les hayas dado algún valor a nuestros vodeviles. Pero a lo mejor te estás refiriendo a una colaboración más plural, que afectara a más personas... en paradero (más o menos) desconocido.
Sorpresa, sorpresa.
En cuanto a mis muebles en almoneda..., resulta que no uso mesitas de té ni veladores de güija. Los únicos trastos viejos que estaría en condiciones de enviarte son los culos pateados de los falsos amigos en descarte. Pero no, que no te deseo ningún mal.
Besos, Lore.

Anónimo dijo...

Oigan pero no tiene que ser un libro de cartas amorosas, como las de Freud y su mujer, sino de intercambio de ideas simplemente, que auqnue ustedes a veces me hacen bolas porque brincan de un tema a otro sin avisar, el conjunto resulta interesante. Lore,digo que sí, que un día veré en la librería sus correspondencias
Pau.

Anónimo dijo...

Dice Pau que no tiene que ser un libro de cartas amorosas... ¿De dónde iban a salir las dichosas cartas amorosas, Pau? Siempre he tratado a Lorena como a un colega asexuado (pese a que me constan sus atributos más bien esplendorosos). Además uno flirtea de boquilla y disfruta pisando terreno pantanoso, pero todo queda en el plató de las comedias.
¿Intercambio de ideas? Yo las suelo lanzar como arma arrojadiza y casi nunca entro en intercambios: voy a lo mío y si alguien deja su casa y toma el petate y me sigue pues que mejor. Pero mi discurso es flecha sin diana definida y no busco ni procuro resultados contables: me basto yo solito y pocas veces los interlocutores pasan de ser sparrings que me ayudan en la esgrima. Me quiero y me detesto; como los cocos, duro en la cáscara y pulposo en el corazón; aunque a veces cambio de textura y soy mullidito por fuera y, claro, alguna gente se confunde y cuando quiere meterme el diente se encuentra con un pepitón con dureza de obsidiana.
Lorena es una mujer especial, y por ello le guardo respeto intelectual; no se explica, si no, que dure tanto nuestra correspondencia.
Naturalmente que un espécimen de mi calaña no se limita a escribir en el blog de la Sabia. Mantengo un buen número de colaboraciones y toco registros variados pero me temo que resulto el mismo siempre..., o así me lo ha hecho saber gente que me lee. Aunque no ha faltado algún ignorante que ha tomado (así me lo osó decir a la cara el muy imbécil) que mis "personajes" son poco menos que desdoblamientos de mi personalidad: vamos, como si uno fuera una especie de Norman Bates, el pirado de "Psicosis" (o "Psico" que le dicen los yankys).
Y nada, Pau, que siento que no intervengas más, o que cuando lo haces estés tan a la defensiva. Y no hay cuidado, que está el Atlántico de por medio y no hay peligro de que te haga pupa.
Por hoy echo el freno.
Salud, mis cuatesitas.

PD.- ¿Estás segura, Pau, de que Sigmund Freud, con lo plasta que parecía ser, le escribía cartas de amor a su esposa?

Anónimo dijo...

sí, hay un volumen de sus cartas, qué tan amorosas sean ya no lo sé porque da flojera leerlo. Lore, sigue escribiendo que ya te caerá cliente!
Pau
ps: me voy a la Huasteca unos días :)

Anónimo dijo...

Salió un volumen con cartas de Lewis Carrol....
Lore