Siempre

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viernes, 5 de abril de 2013

Guanajuato y huir

Me dio una gripe fenomenal, y por fenómenal no quiero decir padrísima, sino literalmente fenómena. Un gripón de esos que te chilla todo lo chillable y los ojos se cierran ante el incesante lagrimeo y la fiebre, con la particularidad de que me duró sólo una tarde y su noche: el martes. El miércoles tuve un encuentro revelador de esos de antología postapocalíptica con visos de melodrama tropical así que el jueves, como el esposo me  convidó a acompañarlo a un amenísimo (es un decir) congreso sobre diabetes en Leon, Guanajuato, metí unas escasas ropitas, dos pastillas y mi cepillo de dientes (de los otros si no llevo da igual) en menudo veliz y  como no soy mensa aparté hotel en Guanajuato. Tras de cuatro horas de camino, interrumpidas sólo por un opíparo y reparador desayuno y durante las cuales nos dedicamos a amansar y conciliar nuestro azoro y estupefacción, que de incredulidad pasó a indignación y luego a aceptación, algo así como las etapas del duelo que tan desatinadamente describen los psicólogos, llegamos derechito al centro de convenciones de León. Estuvimos en el congreso un rato, viendo sólo lo que al señor le interesaba, pasamos a que entrevistara a un charrito de por allá y nos dirigimos a Guanajuato.
Hermoso, como siempre, nos recibió hecho todo fiesta por una cosa que le llaman fiesta de las flores, que este año coincidió con el Viernes de Dolores. Por toda la ciudad pululaban puestos de flores de todas clases y colores, unas se vendían y otras se regalaban, al igual que la comida. Los sitios con filas más largas eran los que daban gratis tortas, dulces, helados. Para cenar, encontramos un sitio muy bonito con la terraza sobre el parque donde yo recordaba que había una mugrosa fonda antiguamente. Resultó bueno aunque de esos que convierten los platillos en cursis arreglos como de ikebana, y pedimos un buen vino para empujar los manjarsitos. Regresamos al hotel, colonial y bonito en el mismo terreno que la Hacienda de San Gabriel de Barrera, que es museo. Por la mañana desayunamos en el centro de la ciudad mientras una banda tocaba pasodobles y valses en el mismo parque Unión, dimos un paseo agradabilísimo y, conscientes y convencidos de nuestro bien actuar; regresamos a casa cantando como un par de lobatitos que vuelven de la excursión.
Nada, deveras, como alejarse del diario acontecer para pensar mejor. Esa es la sabiduría de hoy.
Y resulta que se está organizando una exposición del taller en el que pinto. Espero que toda mi porra de alcohol vaya. No se rajen. Es para el día de la Santa Cruz.
Si es que la vida es, o debe ser, más fácil de lo que se la hace la gente.¿Para qué -pregunto yo que soy tan sabia- se la complican tanto? ¿Para qué -sigo preguntando con cara de asombro- han de hacérsela de cuadritos? Hay que preguntarnos, cuando el agobio pese mucho, si eso importará dentro de un año, o dentro de más (o a veces en unos días, según).
Recordemos: Esto también pasará.




7 comentarios:

Manny is Dead dijo...

Ya lo dice el poema: Todo pasa y todo queda.

En efecto, no hay mal que dure cien años ni burro que lo soporte.

¡Qué bonito que es Guanajuato!

Johannes Waldemar Shütze Coronado, "Charrasqueado" pa la plebe. dijo...

Pos a ver si me va aclarando las causas de su azoro. Me tiene usted en un mar de dudas y si no me lo aclara igual me voy de Jalisco y abandono las obras del ranchito que vengo construyendo en Dos Lomitas, pa que sea guarida de coyotes y mapaches.
La pasiensia tiene límite, señora. Y mi montura me viene gastando los cascos de las patas de tanto patear con impasiencia el empedrado.
Además está la Charo, que era apenas chamaquita cuando la vi por última ves en un rodeo por la parte de Denver y que ahorita como que se despuntó y se me volvió retelinda. Y me ponía ojitos la condenada...
Hable claro o calle para siempre.
Con Dios, dueña.

Anónimo dijo...

Imaginaros, mi buen charrasqueado, que usted y su familia ponen su confianza, así namás gratis, en alguien y que ese alguien sale disparado del batiescusado con batipapel y se lleva unos dineros que usted, en su confianza, le había dicho donde estaban. Imagínese, mi querido y nunca bien ponderado Johannes, que le abre su corazón y su puerta y luego se da cuenta de que padece esquizofrenia o mal del coco y le miente, habla alucinaciones sobre usted y todos los que conoce. Imagínese, pues, que agarran el corazoncito de alguien que usted tanto ama (digamos de uno de sus catorce hijos) y se lo hacen cisco a punta de desengaños.
Ya que se lo imagine, ahora ponga tal decepción en el corazoncito de calabacita de esta, su discreta amiga, y tras de echar dos lágrimas y media, tómemonos una botella de tequila de las que siempre lleva usted en su montura y cantemos "La que se fue".
De la Charito..... no le digo nada, que mi silencio le acompañe. ¡No me vayan a tomar por esquizoide!
Besos y saludos del Rancho el Huizachal
Lore

Johannes Waldemar Charrasqueado dijo...

Le agradezco, amiga mía, que me haya hecho digno de una confidencia como esta, que me haya abierto el corazón maltrecho. Estaba este jinete bien ajeno a cuál fuera la causa de sus azoros y ahora la lee y la comprende.
Pero sepa, dueña, que es el cardíaco tejido que cicatriza en todo caso y que, a menos que se le ocluyan los surtidores, hay remedio.
Si hubo hurto de parte de demente, que en haloperidol lo tenga que gastar. Si se fue pronto quien la tenía engañada, felicítese de lo corto del engaño: tendrá más tiempo para resarcirse del daño que le han hecho. Y no llore la plata que le roban, figúrese que es piedra del puente que le tiende a un enemigo que huye vergonzante. Sólo resta restañar la herida de los propios y alegrarse por verse libres de una pécora.
Las cosas de la plata se arreglan en seguida (no iba a tener en casa sino un pellizco de sus caudales). Lo otro, la decepción, la ira, el desengaño (me dice que ya venía rodado), es cosa de tiempo que todo lo mitiga.
Yo he padecido traumas lacerantes y le juro que ahorita me hallo derecho en la silla de mi cuarto de milla (bueno, hora mero no, que me he bajado a escribirle esta nota en una cantina de San Pedro Ocotlán).
Desde donde le envío el sentimiento más tierno que es capaz de sentir este jinete polvoriento, fané y charrasqueado.

Anónimo dijo...

Juanete querido. Ya las cosas más frías quiero pensar que nada se perdió. Una vez una criadita se me juyó con uno su novio y se llevó harta mercancía de mi marido, así hay gente, y una, que es tan mona, y todos los que no haríamos esas cosas no prevemos que hay gente capaz de eso y más. Así que a lo hecho pecho y a darle vuelo a la hilacha. Si ese era el precio, bien pagáaaaaaaaaaa..
Saludos a la Charito, que me han contado que va a la feria de Aguascalientes con asté


Johannes Waldemar dijo...

Así me gusta, que le eche pecho a lo hecho. Si se le rompió el barzón que la yunta siga andando.
Y sí, creo que me voy a ir con la Charito.

Anónimo dijo...

Hola Lore
El día que te llamé estaba en la calle y la verdad ni te pude contar todo. Nos vemos pronto, no? A ver si ya tienes las invitaciones para tu exposición.
Besitos y que siga todo saliendo bien, a ti que te echen al Leon de la Metro como dices!!!!
Pauuuuuuu