Siempre

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miércoles, 31 de octubre de 2012

Los muertitos

Como todos los años,llega el día de muertos, de los santos difuntos o de todos los santos. Cada año es más lo que se anuncia, se adorna, se aloca la gente poniendo sus altares llenos de papelitos, calaquitas, ollas de mole de a mentiritas y flores apestosas, de esas llamadas sepanosequesúchil y que a mi pobre Manolito le daban una alergia horrorosa. Tenia que faltar al colegio varios días en aras de no morirse porque la SEP manda que se hagan las ofrendas, para conservar la "tradición". Esa tradición se reducía, hace todavía cuarenta años, a unos cuantos pueblos como el hermosísimo Pátzcuaro, donde se ilumina el lago y el cementerio con velas en las lanchas; algunos lugares de Puebla donde hacen alfombras de esas mentadas flores amargas para agasajar a sus difuntos y otros aislados sitios. Desde los gobiernos "revolucionarios" los secretarios de Educación se dieron a la tarea de homogeneizar el folcklore de manera que de repente los mariachis eran de todo el país, por ejemplo, y ya no de Jalisco. Más adelante en un afán de mexicanizar a los mexicanos decidieron hacerle la competencia al Halloween, que en México siempre era fiesta de los niños, de concurso de disfraces en la primaria y de comer dulces. Entonces, al grito de salvemos nuestras tradiciones, nos tradicionaron a todos y cuando a mi generación nos tocó llevar niños al colegio tuvimos que hacer calacas de cartón, comprar ollas y papel picado, cuando de chicos jamás vimos una ofrenda ni un altar ni de lejos. Mi madre, que vive en esta ciudad desde que la Roma Sur era el sur, tampoco oyó de estas costumbres en su vida, hasta que sus nietos tuvieron que practicarlas a fuerzas.
Y venga a vender macetas con las flores esas amarillotas y otras pachonas moradas, y el mercado, el súper y la calle se llenan de esqueletos de cartón piedra, de papel maché, de barro; dulces de colores y figuras mortuorias; a hacer su agosto, pues. Tan comercial como el Halloween. Sólo falta que inventen que hay que dar regalos de día de muertos. Puras tarugadas, pero hoy que salí del taller de pintura, vi el jardín y la plaza del pueblo atiborrada de parafernalia mortecina: esqueletos en los árboles, dinerales en macetas de flores, techos listos para alojar ofrendas, muchachada disfrazada de "catrinas" y de esqueletos. En el centro de cultura donde llevo el taller también el personal no hacía otra cosa que decorar con papel picado y    mil cosas más la escalera, el hall, los ventanales. Será ofrenda para Rosita Arenas, que era su casa. Pero no, aprovechan para hacer política.
Lo único que, a veces, me gusta del día de muertos es escribir calaveritas.
Pobres muertos, ya ni en su día les dejan en paz, porque los panteones el viernes serán romería total.
Yo mejor me pongo ahora mismo a hacer unos bollos preñados de Cabrales que, gracias al señor (Salmón) tengo harto queso. Mientras ahí va mi calaverita, dedicada a mi lindo marido, que da gusto verlo:

Estaba el Pipa comiendo
dos fabadas y un vinón,
cuando la muerte le dijo:
"ven conmigo a mi panteón"
No pudo decir queja
y empezó con un torzón
y la muerte, no pendeja,
se lo lleva por tragón.

(Se aceptan donativos. Se agradece su propina.)

Y que me fui  a Puebla a la Carrera Panamericana. Me lo pasé megapadrísimo, me dediqué a ver antigüedades, a comer agustito y traje fotos de coches, para pintar.
Y que me voy a Guadalajara dentro de dos semanas. Qué feliz. Mi disco (vertebral, no el de rock que he de lanzar) me había dejado sin ir por casi dos años. Voy a una boda, que se casa otro sobrino como parte de  la fiebre bodarrial que se soltó este año.
Talué





4 comentarios:

Fred dijo...

Pues sí, Lorena, la imbecilidad es una pandemia difícil de combatir: le temen a la gripe porcina pero se hace poco por desencerdar.
Por estos pagos, en mi niñez, vaciábamos una calabaza y le recortábamos unos toscos rasgos humanoides; le poníamos una vela adentro y la colocábamos en un rincón oscuro de la calle: pretendíamos, los ilusos, asustar a las beatas que venían demoradas del rosario o de los oficios de difuntos. Y eso era todo. Los mayores arreglaban las tumbas olvidadas por todo un año (no dijera la familia) y, como mucho, algunos compraban unas confituras llamadas "huesos de santo", una especie de mazapanes hechos sólo para aquellas fechas. Nada del marketing absurdo que se despliega ahora para vender disfraces nauseabundos, escobas de un solo uso y -eso es lo único potable- comilonas no se sabe bien a santo de qué (quizá a todos los santos). Por cierto: acaban de morir tres chicas de dieciocho años (otra está al borde de la muerte), aplastadas en una avalancha, al cundir el pánico por una bengala que alguien lanzó en medio de la pista de baile. Ocurrió en una macrodiscoteca de Madrid. Al parecer había mas de dos mil personas sobre la capacidad fijada por la ley. Celebraban el Halloween.
Esta ridícula fiesta, sin sentido (nadie recuerda a sus deudos muertos cuando hace estas memeces) es el producto del american way of life. Aquí (como ahí) se imita lo peor de los gringos y poco de su eficiencia y laboriosidad. El neoliberalismo global ha hecho estragos en el cerebro de millones (miles de) que son más bobos que sus antepasados analfabetos. Asquito me da ver tanto rebaño que va al matadero en silencio (el silencio de los corderos), siendo raros los especímenes lúcidos del tipo Hannibal Lecter.
Oye, la enana que veo ahí al lado, en mono de judoka, con pistolita de regaliz en la diestra y peinado bufalino (lo digo porque le hace la frente semejante a la testuz del búfalo africano), ¿quién es?
He leído "Suite francesa", de Irène Némirowsky; buena literatura y testimonio impagable (sobre todo del colaboracionismo pro-nazi de muchos franchutes). Ahora estoy con "Ética Radical" del profesor Carlos Paris (filósofo), quien tubo la gentileza de firmarme el libro. Es un ensayo que pone de manifiesto las lacras de esta civilización nuestra ("Los abismos de la actual civilización", subtitula el libro), que él considera en camino de su liquidación definitiva: por imperativos insoslayables, ajenos a la ciega voluntad de lucro de algunos. Estoy de acuerdo con él (y con los pensadores -que ya son legión- que razonan así. Claro que he sido siempre un rojeras...
Habrás notado que me tiene subyugado la dulzura de Miss Pau...
Aquí llueve y, no obstante, he de concluir la recogida de manzanas de sidra. Ahorita me pongo en camino hacia mi Arcadia feliz.
Chao y beso, Lorena.

Fred dijo...

Se me ha colado un "tubo". Desatáscame la tubería, por favor.

Anónimo dijo...

Un yucateco le narraba a otro sus aventuras por la selva maya. Vi un león, decía. El otro le dice: "qué miedo tenerías!".El yucateco piensa: tenerías.... tenerías....¡Tuberías porque lo tuve!"
Para que veas que un tubo,a veces, es más oportuno que un tuvo, digo yo.
Acabo de terminar "tumbuctú", del Paul Auster. me encantó, no sé si por mi instinto de solidaridad canina o qué. Leelo. Hay libros que van de chuchos, o escritos desde el ojo del chucho, como el de Virginia Woolf, que lleva el nombre del perrito y dl cual no me acuerdo, que son una delicia. ¿has leido algo de Auster? Me lo habían recomendado mucho pero como me caía gordo el que me lo recomendaba no hice mucho caso (así de veleidosa es una) ahora lo leeré.
Miss Pau es territorio salvaje, aviso. Ríete de la Dakota del XIX.
La enana no es enana, es de esos montajes babosos, mi cara en una caricatura de la Guerra de las Galaxias, saga que, viviendo entre chicos, hube de tragarme todita.
Aquí llueve, no tengo manzanas pero hay una sorpresa en mi jardín. Los higos, por su lado, resultaron ser muy del gusto de Chika, una de mis perritas, pero el que se le antojaba se lo ganó una ardilla negra. Pobre Chika, aprendió a odiar por codicia.
Beso y cambio y fuera

Fred dijo...

"Los perros guardianes que yo conozco están siempre atados con una cadena de no más de cuatro metros de eslabones...
Tobby, el cruzado de mastín y pastor alemán de mis vecinos, murió de viejo hace unos meses sin haber pisado nunca más allá del entorno hormigonado de su caseta; por cierto, balizada con cagarrutas espirales que los amos casi nunca se molestaban en retirar: un par de veces o así lo hicieron que yo viera.
Llegaba yo y siempre amagaba con que iba a devorarme el coche. Me apeaba por el lado contrario y me acercaba con una mano extendida por delante. Aquella fiera corrupia se amansaba y se empequeñecía como un fardo tembloroso y me lamía la mano y me apretaba la cabezota contra las perneras del pantalón. Luego, me agachaba y se la sujetaba entre las manos y le miraba a los ojos, a un palmo de distancia. Creo que la mirada del perro presidiario atesoraba la gratitud y la devoción de los enfermos sin visitas, que agradecen en el alma una palabra amable de los deudos del paciente de la cama de al lado."
Esto escribía yo, hace cosa de un mes, a un amigo que ama a los perros como vos. Me gustan los canes, pero soy incapaz de aceptar las servidumbres que supone tener perro. Me conformo con que los tengan mis vecinos.

No, no he leído nada de Auster, aunque sabía de su Trilogía de New York. Anduvo por aquí en 2006, a recoger su Premio Principe de Asturias de las Letras.

Perdón por lo de peinado de "testuz de búfalo", Lorena. Pero puede que sea un corta-pega para el chiste: te hacía con melena afro-cubana...

A estas alturas de la función no le temería a los territorios salvajes, pero sí a otras cosas que ocurren por el camino. Se necesita un equipo impecable para transitar por ellos y a mí sólo me queda la palabra (palabra de honor).

Toda la cosecha de manzanas está entregada. Me gusta beber un vaso de zumo sin fermentar, dulce y con un poco de aguja, tomándolo directamente de las cubas de prensado. Ahora me viene el recuerdo del "cuento" mío de la sacerdotista que extrae corazones de manzana en lo alto de la pirámide... Tempus fugit.
Beso.