Siempre

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martes, 2 de noviembre de 2010

La batalla larga

Quedamos (quedé, pero los padres y los jefes dicen en plural, quedamos, para que los subordinados estén de acuerdo quieran o no) en que divido ahora mi vivir en batallas y no en periodos más o menos establecidos como meses, semanas o quincenas que dependen de la luna, el sol, la rotación de la tierra, el calendario gregoriano y los recibos del banco.
Así que este post (publicación, pues) tomó más de tres semanas -no puedo desafanarme de los tiempos tradicionales, ¿ven?- porque me aventé dos batallas grandes.
Batalla de la fabada: Primero conseguir morcilla decente que por acá es difícil, pero una es mujer de muchos recursos y tratándose del nene, ¡qué no hace una madre por sus hijos!, diría Da. Sara García. Hacer tres ollas restauranteras porque es el cumpleaños del hijo mayor y la tradición dicta preparar tan gustado plato. No es que vengan cien convidados, sino que cada uno come por cinco. Empujóselas con sidra asturiana y pan, y quedaron satisfechos y a reventar. Hasta los que estaban enfermos comieron harto y seguramente se curaron, ya no supe.
Batalla del trabajototote: Me cayó (del cielo aunque no lo crean) un trabajazo que me llevó tres semanas pero me alivianó la Navidad y los Reyes porque no debe ser una antimonárquica de a gratis aunque sea clienta de Santa Clos. Fue muy trabajosa esta batalla contra la química de los materiales y las biocompatibilidades con que hacen los catéteres para transportar embriones y hacer esas cosas que antes hacía _____ (Dios, la Naturaleza, el azar, a elegir) solito y que ahora se hace muy asépticamente en laboratorio tipo Un Mundo Feliz.
Tuvo el trabajote un lado esclarecedor: se pudo comer en esta casa casi sin cocinar. ¡Oh descubrimiento! Se simplifica la vida un poquín.
Y tuvo un lado práctico: amo a esa empresa, porque en lugar de hacerse del rogar con los pagos semanas y hasta meses, me pagan a la semana siguiente de que haya yo entregado. Yo lo calificaría de lado hermoso. Si todas las empresas fueran así la economía sería otra cosa.
Día de muertos y Jalogüin: Este año, por sobrecarga laboral, no hice fiesta de jalogüin. Lástima, ya será para el otro año, porque posada no haré, que me falta la fiesta de quinceaños ochenta de mi mamá y cae precisamente en las posadas. A ver si no caigo yo en las posaderas con tanta cosa. Pero un borlote es un borlote y no hay que dejar pasar la ocasión.
Castings del mes: estoy haciendo casting de paellas, para el mentado borlote: se sirve eso y ya, pan, bebidas, pastel. Ya probamos dos y va ganando una. Y es que no es cosa de esclavizar al pobre maridito a hacer una paellota para tanta gente: que se siente a tomar su trago y platicar agustito. Me falta el casting de mesas y sillas de alquiler, de vinos, mesero y recuerditos.
Noviembre ha entrado con su reguero de hojas de fresno, el Gran Brócoli luce descarado sus ramas ya casi desnudas y no va con el clima reinante: estoy en camiseta sin mangas y al rato me salgo al jardín a echarme en el sol para coger color.
Esperanza: si como siempre pasa a fines de sexenio sueltan lana, que salga la casa que estoy vendiendo. Al menos he recibido más llamadas aunque el precio los espanta.
Plan para estos días: Aparte de ir sacando los castings, hacer lo que he dejado por traducir: escribiré que tengo una pobre monja sin quehacer en una historia; ver a las amiguetas; comer chiles en nogada en casa de María; ir al café, a la librería, echarle ojo a un proyecto interesantillo (si le entro será batalla); seguir festejando a tanta gente que le ha dado por cumplir 50 años.
Sabiduría de estas batallas: A toda capillita le llega su fiestecita. Tranquilazos que siempre acaba por tocarnos algo bueno.

8 comentarios:

Haya Cucho dijo...

¿Cómo que tu Brócoli luce las ramas descarnadas...? ¿Acaso ahí las hortalizas llegan a tener el porte de los árboles leñosos?¿Será asunto del abono que les pones a tus plantas?
Porque ya conozco de la fertilidad que deriva de un buen cucho...
¿Qué opinas tú de tal fertilidad, Lorena? ¿Hayla o no la hay?
Te escucho.

Lorenitachula dijo...

Hayla.
El Gran Brócoli no es una hortaliza a la que le haya dado de comer lo que a mis hijotes, es un fresno antiguo y enorme que en verano parece el mismísimo Dios de los brócolis que, como has de saber, vienen en peregrinación a venerarlo. Ahora el pobre está semi desnudo. En cuanto al abono, cucho no tengo; chuchos sí y ellos destruyen bastante, y si les doy acceso a mis tomates se los zampan. Servido (con brócoli de guarnición)

Manuel Menéndez dijo...

"...se pudo comer en esta casa casi sin cocinar..." Conste, en la vida vuelvo a cocinar o a planear los platos por día para toda la semana. No se cocinó a lo mucho 2 días. El sábado, depués de ir a Wal-Mart como a las 9:30, comprar todo y regresar a las 10:20, me puse a cocinar y no paré hasta las 18:00 que llegó Rubén. Sólo "aplasté las nalgas" los cuarenta minutos que duró la comida.

Lorenitachula dijo...

O seaaaaaaaaaaaaa me refería a MI cocinar o seaaaaaaaaaaaa qué sensibilidad del nenoOOOoooooOOooo. Y al walmart ultimadamente no fuiste solo, yo fuí, ves? y las destas ya las tenís aplastadas desdendenantes ajajajajjajaaj menso te quueroooo no seas como adolescente hipersensible SMUACK

Anónimo dijo...

A mí me gusta pasar po este blog porque me gusta cómo maneja las situaciones de la vida diaria y casi normal, con humor. Nunca se enoja, lo más se entistece a veces pero poco.
Maria Eugenia de P.

Tu écoutes, YO es cucho dijo...

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...y cuando murió, pidió que la enterrasen bajo un añoso brócoli, con todas sus medallas y los trofeos de guerra. Y con un lacito verde en el pelo.

Anónimo dijo...

Bueno, lo pidió cinco minutos antes de morir.

Lorenitachula dijo...

´La última voluntad es sagrada