Se nos ocurió hacer tamales. No soy muy afecta a ellos, pero sonaba divertido,. Compramos todo lo que necesitaríamos y manos a la obra.
A media manufactura nos fuimos acordando todo de lo que sabíamos por haber visto u oído. Los hombres con sus brutas fuerzas batieron la masa, a la que le agregué caldo, manteca fundida, polvo de hornear y sal. Yo hice guisaditos. Los primeros que armamos fueron difíciles porque las hojas estaban duras y quebronas. Me acordé que se remojaban y ya las siguientes resultaron más dóciles. El más pequeño de mis hijos se acordó de la frase "adiós, tamal mal amarrado" y así recordamos que se amarran con una tirita de la misma hoja. Los rellenamos de mole, pipián, chilorio y rajas con queso. Los pusimos a cocer y en una hora con diez minutos estuvieron. Salieron 40 tamales surtidos y padrísimos.
Ni siquiera quedó masa para hacer tontos.
¿Cómo lo logramos? ¡Cooperando!
2 comentarios:
1.- Los tontos somos los que hicimos los tamales sin receta alguna pero, gracias a Santa María Goretti ( http://www.churchforum.org/santoral/Julio/0607.htm)nos quedaron deliciosos. Los pastes que hicimos Diego y yo no quedaron nada mal. Pero no se compara la joda de la masa de tamal a la de hojaldre que uno, comodamente, compra ya hecha en los refrigeradores del super.
HAY TAMALES... DELICIOSOS...CALIENTITOS...
Ya ves Manny! hubiéras hecho el tabouleh de la Tía Carlita que es tan fácil y rápido y a todos les gustaaaaaaaa. Carla
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