Siempre

Siempre

martes, 17 de enero de 2017

Sin deberla

Una vez estuve enferma. Bueno, han sido varias, como todo mundo, pero en esa ocasión estaba enferma-enferma. Como los brujos de bata blanca no le atinaban a lo que yo tenía tras de haber girado por varias consultas, hospitales y laboratorios, y ya me quedaban nada más como ocho glóbulos rojos por litro, hubo una reunión multidisciplinaria de médicos para jugarse mi diagnóstico al dominó o algo así. Entre todos, como capítulo del Dr. House, le adivinaron.
La doctora que los reunió me preguntó, como para alivianar la cosa: "¿qué se siente tener tantos doctores viendo tu caso?" Yo, toda mona, le respondí sabiamente: "Podría ser peor, podrían ser abogados".
Y sí, Veintitantos años después descubro que es peor. Sobre todo cuando una sin comerla ni beberla tenga que pagar patos ajenos.
Sobre todo cuando por malos manejos de un tercero sale una bailando.
Sobre todo cuando sabes que sin tener nada que ver se ve involucrada y ahora tienes que gastar dinero que no hay en estos brujos de traje caro, angustiarse, no dormir...
Y ahí me tienen toda agorzomada. Toda apachurrada, toda deprimida. Ganas me dan de coger un barco aunque sea de polizona e irme a lejanas tierras a pintar cuadros exóticos, pero resulta que no hay puerto en Coyoacán.
Santo Niño del Cacahuatito, ¡ayúdanos!

Y para distraerme del caso me puse, aparte de mi trabajo y quehaceres propios de mi sexo de los cuales no me puedo escapar (ojalá ya pronto le hagan salida al mar a Coyoacán), me dispuse a hacer e investigar la historia de las Muelas de San Jenofonte. ¿A que no habían oído hablar de ellas? Pues son de esas reliquias antiquísimas de la Iglesia Católica junto con los huesitos, pellejitos, cráneos y cuanta parte anatómica se nos ocurra que hay en las iglesias. Milagrosas o no, me parecen muy curiosas, muy interesantes, como el prepucio del niño Jesús, del que había ya como cuarenta conservados y venerados en iglesias y conventos de Europa hasta que el Vaticano hubo de prohibir su culto. Nada más que tenga terminadas las investigaciones se las pasaré a mi hermano Alfredo para que me ayude con la cuestión psiquiátrica del asunto y podamos presentarlo en ilustrativa conferencia.


Sabiduría del mes (gratis aunque debería cobrar un poquín para la causa): Cuando griten "sálvese quien pueda", ojalá puedan.